Volvía después de 4 años al viejo estadio nacional, aquella vez jugaba Universitario y Alianza Lima, fue el clásico del 2004. Me fui con lastima y pena, el equipo de mis amores perdió, y salí del estadio con una lagrimas en los ojos.
Ahora mi corazón se comparte en un 5% de San Martín de Porres, y un 95% por Universitario de Deportes.
El miércoles 7 de Mayo, jugó el equipo santo con Cristal en el coloso del José Díaz, a la 7 de la noche. La espera fue larga y muchos aficionados estaban con las ganas de abordar el bus que nos llevaría al estadio.
El conductor era un caballero de avanzada edad, un poco despistado, y pareciera que fuera hincha de Sporting Cristal, por que nos llevo por la ruta más larga para llegar al estadio. Pero llegamos, y llegamos para dejar el pulmón por la San Martín. Cuando nos acomodábamos en los asientos vino el gol de Cristal (30 segundos), de su goleador el chino Ximénez, nos agarró como un baldazo de agua fría, y la amargura se hizo notar de los presentes y claro la alegría de los hinchas rímenses.
El partido era dominado por San Martín, pero la fortuna no estaba de nuestro lado, no la invocábamos en el arco del Heredia, además el aliento era de rato en rato, de parte nuestra, los pulmones se agotaban.
El segundo tiempo el claro dominador era San Martín, pero ese día el santo moreno, nos hizo el milagro desde el cielo para que la bendita pelota entre al arco.
La tristeza se hacia más notaria en los minutos finales de parte los santos, no había nada que hacer la derrota ya era declara, y solo nos quedaba retirarnos con rabia; con esa rabia con la que me embuti la hamburguesa cruda en el medio tiempo.
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